«Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.”
Alejandra Pizarnik
Flor Codagnone nació en Buenos Aires en 1982. Es licenciada en periodismo, poeta y traductora. Tradujo mucho, participó en distintas antologías nacionales e incluso escribió un libro sobre psicoanálisis. En 2013 publicó su primer poemario, Mudas. Al año siguiente su segundo, Celo. Ambos con la misma editorial argentina: Pánico al Pánico. Decidió dejar de lado el periodismo y volcar de lleno su vida a la escritura. Brinda talleres literarios, se dedica a la traducción de poetas poco difundidos en el país y conformó el proyecto poético «Trémulas«, en el que junto a otra escritora recorren diferentes ciudades llevando las voces de dos grandes poetas del siglo XX: Sylvia Plath y Anne Sexton.
Su poesía está presente en prácticamente todos los ciclos de poesía que se llevan adelante en la actualidad de la ciudad de Buenos Aires. Se ganó ese lugar por su enorme talento y la originalidad que se aprecia en su obra, con el cuerpo femenino como punto de partida. El cuerpo femenino para ella, es un universo lleno de secretos que se nombran con extrema crudeza, con un lenguaje directo pero delicado y frágil a la vez. Y la intimidad no sólo corporal sino también sentimental necesita hablar de sí mismo con su propio lenguaje, desde su propio descubrimiento, que ella va transitando poema a poema. También, porque su poesía transmite lo que quizás a muchas otras nos cuesta decir o quizás nunca diríamos. Es la voz de todas las mujeres que nos sentimos atrapadas en nuestro propio pellejo. Sabe canalizar el dolor ajeno porque lo comprende. Su manera de mirar y sentir no es liviana, es más fuerte que un tornado. Y seguramente tenga relación con su militancia política, que la concientiza a saber que el trabajo del escritor es poner luz donde antes había sombra, para romper todas las estructuras de los prejuicios establecidos. Con su poesía inventa nuevas formas de mirar y habitar el Ser.
Gabriela Lucatelli: ¿Cuál fue tu primer contacto con la escritura?
Flor Codagnone: Fue de chica. Aunque no tenga registro de él, sé que escribí mi primer poema a los ocho. Por aquel entonces también llevaba un diario íntimo. Quizás, ahora que lo pienso, la posibilidad de la escritura llegó con la posibilidad de la alfabetización, con el inicio de la escuela primaria. Mi vínculo con la poesía, sin embargo, es incluso anterior. Aún recuerdo la felicidad que sentí cuando recité un poema de memoria en el jardín de infantes y la maestra me dibujó una carita sonriente en la mano.
GL: ¿Qué significa la poesía para ti?
FC: Poesía es un modo de vida, un modo de poner el cuerpo, de pararse ante el mundo, un modo de mirar, de escuchar y un modo de decir. Entonces, poesía es, para mí, una forma política.
GL: ¿Con qué rasgos definirías tu poesía?
FC: Hay quienes hablan de un estilo crudo, incluso, de una crudeza ligada a lo sexual y a lo femenino. Creo que mi poesía no sería lo que es sin cierta desnudez, sin cierto filo, sin cuerpo, sin verbo, sin voz, sin deseo, sin carne, sin rock… Hay algo profundamente femenino. Profundamente corporal. Algo que se desprende de mi voz y de mi cuerpo. Y algo que elijo: estoy convencida de que lo femenino es algo que se elige y se construye a diario. Pensar, dar voz a lo femenino es, además, una práctica política y una responsabilidad.

Foto: Trémulas.
GL: ¿Cuándo decidiste que era hora de dejar de escribir para ti sola para permitir que te leyeran todos?
FC: Me costó bastante dar ese paso, pero creo que fue, en 2012, una experiencia de salud bastante grave, la que me animó. No cambié demasiadas cosas de mi vida después de eso, pero publicar fue un gesto vital.
GL: ¿Tu escritura tiene un objetivo social? ¿Poner a la mujer, al cuerpo y a la violencia de género como tema central de muchos de tus poemas surgió sólo de experiencias propias o también de ajenas?
FC: Como vengo diciendo, creo que la poesía es una forma política y, por tanto, tiene un objeto social independientemente de los poemas y de los “temas” que estos traten. En el caso de la serie de poemas sobre violencia de género, que es inédita y que sigo construyendo, surgió a raíz de la enorme cantidad de mujeres que mueren a manos de una sociedad profundamente machista y patriarcal. En Argentina una mujer muere cada 30 horas víctima de violencia de género. Se da en todos los estratos y en todos los rangos etarios. Mi idea central, en el caso de esos poemas, es prestarles a las víctimas una voz.
GL: ¿Hubo una transformación literaria y personal después de la publicación de tus dos poemarios?
FC: Sí, una transformación enorme, en muchos aspectos. Dejé de trabajar en periodismo y me volqué a la literatura: traduje dos libros, doy clínicas y talleres literarios… Empecé a leer en ciclos de poesía y eso, por un lado, implicó poner el cuerpo y la voz en escena y, por otro, relacionarme con poetas y sus escrituras. En ese sentido, tengo una sospecha: los amigos que hice en y con la poesía van a ser para siempre.
GL: ¿Que opinión tenés respecto al momento actual de la literatura argentina?
FC: La poesía argentina ha venido teniendo un crecimiento enorme. Si me hubieses hecho esta pregunta hace dos meses, te hubiese hablado de lo grandioso de la poesía fuera, por fin, una política de estado, de que existiera una Red Federal de Poesía, que nucleara a todos los poetas a lo largo y ancho del país… Hoy, tras las elecciones presidenciales y con el cambio de signo político, todo es incierto. No se sabe qué va a seguir en pie y por lo que se ve, a lo único que apunta la gestión macrista es a vaciar, clausurar, censurar y a privatizar la cultura.

Foto: Trémulas.
GL: ¿Qué proyectos artísticos y literarios te gustaría desarrollar en el futuro?
FC: Estoy empezando a traducir a June Jordan y quiero hacer lo mismo con otras poetas de habla inglesa que están poco difundidas en Argentina y en habla hispana. Es parte de un gran deseo de “democratizar la poesía”, es decir de llevarla a todos lados, de volverla accesible a públicos que por ahí no están habituados a su forma. Además, junto con la poeta María Magdalena conformamos un proyecto llamado Trémulas en el que ponemos a dialogar en escena a poetas mujeres.
GL: ¿Qué poemas recomendarías leer? ¿A qué escritores admirás?
FC: ¡Qué difícil! Creo que lo voy a resumir de este modo: leer la producción contemporánea, lo que está ocurriendo mientras uno escribe, es algo importantísimo. Además de los de poetas que uno admira: te podría recomendar de Jacobo Fijman, de Alda Merini, de Sylvia Plath, de Anne Sexton, de Héctor Viel Temperley, de Patti Smith, de Alejandra Pizarnik, de Susana Thénon, de Olga Orozco, de Macky Corbalán, de Hilda Doolitle, de Joaquín Gianuzzi, y así…
Poemas
Temo a mi boca,
violentamente temo
a la idea de mi boca,
a la curvas bajo el vestido,
a la idea de tus manos
o a la mirada bajo el vestido,
a las cosas que puedo
si me dejo. Violentamente
temo a mi boca, al sentido,
a mis partes, a ser sola,
a la idea de la idea de la idea
cuando me desvisto.
*
Voy a romperme
como las flores,
a romperme,
y vendrá el tiempo,
vendrán los ojos.
No hay nada más
tristemente mío
que mi tristeza
ni nada más deseado
que mis deseos
ni nada más callado
que lo que digo.
*
Estoy fingiendo
que no te quiero,
que no me importa
la hoguera, la bolsa negra,
la asfixia terrena,
el vientre herido,
el residuo del residuo
en el que me convertís
cada vez que te molesta mi sexo.
Cada cadáver de mujer soy
cada cadáver de mujer, soy
cada falta, cada mujer que falta.