El poeta, artista plástico y narrador guerrerense Ángel Carlos Sánchez considera que el ser no está por encima del hacer. La congruencia de un artista va desde lo que escribe, pinta, crea, hasta en sus acciones cotidianas. Este acapulqueño confía en la gente que se compromete con su entorno: no sólo es la respuesta de una época sino que profundiza y explica desde su trinchera la realidad o se aproxima.
Ángel Carlos nació en Acapulco en 1967. Ha participado en decenas de ferias de libro, lecturas al aire libre. Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías; además de su poesía, también ha expuesto obra plástica en exposiciones colectivas, ha ido a llevar ayuda a comunidades afectadas; por ejemplo, por temblores: se ha preocupado porque la literatura llegue a todos, que no sea exclusiva de foros.
Lo mismo va a leer poesía que a las marchas contra las reformas estructurales, para exigir la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa; de varias causas, la más reciente, contra la Ley de Seguridad Interior a la que hizo un poema que aparecerá en su libro “Bien mal”.
Ley de Seguridad Interior
Si han de matarme, sea ilegalmente
y no como parte «lamentable»
de los «daños inevitables o colaterales»
por el «uso legítimo de la fuerza» represora
del sistema neoliberal legalizado.
Y no es que esté deseando ser un mártir (
es-muy-túpido interpretar esto de ese modo):
también mi yo quiere seguir siendo consciente.
Sólo pido que, de morir por no callarme,
por ejercer mi derecho a repudiar a los
gangsters que depredan este mundo
y arrojar al rostro a los políticos su inquina,
no crean cuando les digan algo vano
como: «un ajuste de cuentas»
o «llevaba en la guantera medio kilo».
A menos que aclaren que trataron de cobrar
una sumisión que no podía pagarles
porque no me alcanzaba la apatía
o que los cien kilos que llevaba en la cajuela
(aunque no tenga coche ni sepa conducir)
eran de indignación sin refinar…
[Duda III]
Del libro: El fin del silencio “¿Quiénes ven la espuma de su propia sangre cuando el fuego está robándoles el miedo? El tiempo está doblándose y la herida que nos causa la esperanza tiene luz en cada grieta; el espacio es un susurro merodeando la impiedad de lo que es libre todavía…”
El poeta escribe de casi todo lo que él mismo conoce: desigualdad de clases, pobreza, injusticia, de los sueños; del amor y su fuerza. Sus poemas son gritos solidarios con varias causas: los feminicidios, el movimiento magisterial de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), ha escrito sobre la desaparición forzada de los 43 de Ayotzinapa, la masacre de Aguas Blancas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); sobre la violencia y sus efectos.

Tiempo encendido. Óleo / Lienzo, 2011. Ángel Carlos Sánchez.
Duda III: “Con todo, la suciedad de una caricia sólo se rompe si los ojos no vigilan hacia adentro. Toma lo que te mata y hazlo dios de barro para urgencias: es la mejor redención de lo inventado por quien huye, mas no permitas que la magia cotidiana se despedace en lo que dejes destruido”.
Ángel Carlos lleva en la Ciudad de México de manera intermitente desde 1986. Pero es difícil que dure tres meses seguidos aquí en la capital. Busca viajar a comunidades pequeñas de Chiapas, de Guerrero, Oaxaca. En el pasado temblor se aventuró en carretera junto a otros siete a llevar ayuda humanitaria a Pipijiapan, Chiapas, porque considera que un artista se debe comprometer de cuerpo entero.
¿Qué implica ser congruente?
En estos tiempos parece costumbre la cultura de la tranza. Tranzar está bien en estos tiempos porque se ha normalizado.
“Eso parecería ser congruente; es decir, incluso las cosas peores que van construyendo ese caos en el que vivimos, podrían venir aparentemente de la congruencia, pero más atrás, la congruencia, tendría que ver con cierta manera de pensar, de hablar y de actuar, en la que hubiera correspondencia, y sobre todo, tendría que ver con cierta ética, con cierto espíritu de la ética y en la actualidad ese espíritu, aparentemente es la violencia”.
Ángel Carlos es autor de los libros de poesía Muriendo de amor por esa perra; Huecos necesarios; Luz ultraviolenta; Caminar el miedo; El paisaje humano; Sueños de bajo presupuesto; Exposición a la ausencia (Impresiones acerca del sentido del sinsentido); Pasión por la indiferencia, y Casa de páginas abiertas.
Sobre congruencia considera ahora más prudente lo que platicó en 2011 en Acapulco con otro poeta, Andrés Cisneros de la Cruz, en una entrevista que le hizo ese año que el puerto figuró como una de las ciudades más inseguras de México. “El cinismo parecería congruencia, pero si hay algo más pasable, es el sentido comunitario, ese sentido nos ayuda a convivir con los demás, a estar en paz”.
Entonces, la congruencia debe trascender al ser en el hacer. No sólo escribir sobre conflictos sociales es solidarizarse con los tiempos ni hablar del amor o de los sueños te aleja de la realidad. Pero es hacia la gente donde debería connotarse la congruencia, en ese plano comunitario, en las respuestas que busca el otro.
[Adormecidas palabras sueñan despertar]
1
Éste es un poema de bajo presupuesto
o quizá es un sueño que ha pasado de moda
aunque tiene sus misterios igualmente:
advertimos que a falta de metáforas
le hemos puesto vidrios de colores,
un espejo algo viejo, deslucido,
una nube muy blanca
y un pequeño cacto casi seco.
A falta de un buen ritmo
repetimos una y otra y otra vez
la palabra silencio
y a cada rato usamos el qué,
muchos artículos, la “i” griega.
El libro del que forma parte
no llegará a tener la cantidad
de cuartillas que exigen en los premios.
Por otro lado, importa poco:
quién sabe cuáles sean
realmente los criterios
para asignarle esos dineros a uno solo…
Las formas que las generaciones adoptaron como respuesta a lo que escriben no tienen que perder actualidad. Por eso en lo que escribe no sólo está su forma de pensar, se juntan varias quejas, críticas al sistema. Y es que todo cambio presenta elecciones: mejorar o involucionar; se trata de proponer otro tipo de escritura, no sólo que la literatura transgreda en opinión sino que aporte.
“Necesitamos una poesía que se aleje más de la lírica y se aproxime a la ética, que considere al ser humano, que hable de sus problemas, de sus afectos; que profundice en sus necesidades, en su contexto, no sólo pretensiones personales, sino una revisión al ser humano íntegro”, considera.
Hidrofilia (Antinomia, 1997), Emboscada (Casa vieja, 2001), 101 (Siento uno) (Editorial Ábrara, 2005) y Parvadas (Fridaura, 2012) son sus libros de narrativa. Varios de sus textos han sido traducidos en francés e inglés. Sobre todo los textos que abordan pasajes específicos de la historia.
En su libro “Caminar el miedo”, Ángel Carlos habla de la lluvia. La humedad de aquel día de aquel 28 de junio de 1995 en Aguas Blancas, donde fueron asesinados por la policía motorizada en tiempos del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, diecisiete campesinos y hubo veintiún heridos.
[Lluvia]
Niña de noche y agua, estrella sola,
voy con todos los hombres a la guerra;
¿recordarás mi nombre
Si un águila me lleva o si me ahogo?
Si el señor Akuniya está conmigo,
¿ qué podemos temer?
Voy a medirme el hueso para que no estés triste:
verás que nuestra patria es fuerte.
¿Soy llanto por defender mi tierra?
Mariposa tornasol, si muero algo florece.
Es diestro el enemigo, pero yo también soy sangre,
Soy un cauce de fuego, soy un río de espinas…
Este poema lo presentó en 1997 en un encuentro y para hacer memoria procura leerlo en foros donde hay víctimas diversas, de desaparición forzada, a quienes le asesinaron a un familiar, quienes buscan justicia. En conmemoración a las víctimas, pero también evoca al cacique defenestrado por esa masacre, a Figueroa.
“Cuando la literatura es una respuesta a su época y genera un cambio, se está cerca de una transgresión que haga evolucionarla, pero cuando la literatura está subiéndose a algo por otras motivaciones, más a veces económicas, sociales, ante una búsqueda estética, no me parece que cause una transgresión, forma parte de ésas estructuras”, dice.

Primer vuelo. Óleo sobre cartulina Fabriano. Ángel Carlos Sánchez.
Ángel Carlos está seguro de que el estado está constituido en sistemas de control: la iglesia, la escuela, la familia; incluso varias instituciones culturales perpetúan el statu quo, lo preestablecido; es allí, cuando los creadores deben aportar otra mirada, encender con sus letras los destellos de la realidad que nos confronta.
En tiempos de narco varios poetas pueden hablar del fenómeno, pero para Ángel Carlos se trata de hablar de las víctimas, de las causas ir más allá de la obviedad que presenta la realidad: una pila de muertos, muertos; desaparecidos, descabezados, una violencia cuantitativa que cualitativamente es el horror.
[Reformada historia]
Maximiliano ve marchar sobre Reforma,
desde el alcázar, las tropas de Morelos
comandadas por Zapata y dice a Peña:
nieto, algo anda mal con ese populacho
que va hacia la avenida Juárez.
Y asoma el otro pero afirma: no hay problema,
son los nuestros que desfilan
para enseñar quién manda aquí
y quiénes deben ser los sometidos
“con estricto apego a derecho”.
Además, ¿cuándo han servido los ejércitos
a otros amos que a nosotros?
Entre sus poetas preferidos están el español Miguel Hernández, y el peruano autor de Los Heraldos negros, César Vallejo; disfruta de la claridad de la mexicana Rosario Castellanos cuando dice: “Recuerdo, recordemos hasta que la justicia se siente entre nosotros”, sobre la matanza de 1968 en Tlatelolco y admira a Enriqueta Ochoa y a Sor Juana Inés de la Cruz.
Lee al filósofo marxista Louis Althusser y escucha a Nick Cave and the Bad Seeds. La realidad rebasa. Ángel Carlos está por publicar otro libro de poesía: el contenido, una respuesta desde su mirada, sobre el tiempo de reformas, desaparecidos, y muertos que le toca vivir.